martes, 12 de enero de 2010

Gericault

Nacido en una familia acomodada de Ruán, Géricault estudia en los talleres de los pintores Carle Vernet (en donde conoce a su hijo Horace) y Pierre Guérin antes de inscribirse el 5 de febrero de 1811, en la Escuela de Bellas Artes de París.

Su primera gran obra, Oficial de cazadores a la carga, exhibida en el Salón de París de 1812, reveló la influencia del estilo de Rubens y un interés en la representación de un asunto contemporáneo. Este éxito de juventud, ambicioso y monumental, fue seguido de un cambio de dirección: durante los siguientes años Géricault produjo una serie de pequeños estudios de caballos y caballeros. Exhibió el Coracero herido en el Salón de 1814, una obra más elaborada y peor recibida. En los siguientes dos años pasó por un estudio auto-impuesto de construcción y composición de figuras, mientras evidenciaba una predilección personal por el drama y la fuerza expresiva.

Tras fracasar en el concurso del gran Premio de Roma, decide viajar a Italia por su cuenta. Queda muy impresionado ante los pintores del Renacimiento italiano, en especial ante Miguel Ángel, así como ante el flamenco Rubens. Este viaje a Florencia y Roma (181617) fue provocado en parte por el deseo de huir de un lío romántico con su tía, a quien dejó embarazada.

Este viaje hizo nacer su fascinación por Miguel Ángel. La propia Roma le inspiró la preparación de un lienzo monumental, la Carrera de los caballos Barberi, una obra de composición épica y tema abstracto que prometía ser «totalmente sin paralelo en su época». Al final, Géricault nunca acabó la pintura, y regresó a Francia.

Desde los inicios de su carrera, Géricault demuestra cualidades que le distinguen claramente de los pintores neoclásicos de la escuela de Jacques-Louis David: en efecto, prefiere tratar temas de la vida cotidiana, elevándolos a la categoría de hechos heroicos. Mostrando la desesperación y el sufrimiento de la gente, pasa pronto a ser el pintor romántico más representativo, pero por independencia de estilo y carácter poco dócil, Géricault se mantiene al margen de los grandes encargos oficiales, un género que sí sedujo a Delacroix.

Géricault realizó entre 1821 y 1824, una serie de pinturas con modelos de locos o maníacos, tomando del natural a una serie de personas que eran tratadas en el asilo del psiquiatra Jean-Étienne Esquirol. A través de esta serie pretendía recabar un repertorio de expresiones de la locura.

Aquejado de una dolorosa enfermedad, posiblemente cáncer de huesos, Géricault pasó sus últimos años sin poder acometer pinturas de gran formato. Produjo diversas litografías con ayuda del artesano Eugène Lami.


La fábrica de cal (1821-1822) es una pintura romántica de Théodore Géricault. Se trata de un óleo sobre lienzo que mide 50 centímetros de alto por 60 cm de ancho. Actualmente se conserva en el Museo del Louvre de París, Francia. También se conoce este cuadro como El horno de yeso, obra realizada por Géricault al final de su carrera.

Esta imagen en la que están ausentes las figuras humanas acaba pareciendo, más que un cuadro de género, un paisaje. Se representa una fábrica de cal, en la que Géricault había invertido dinero, y que esbozó en una primera visita, sobre el terreno .

Aquí representa a tres caballos vigorosos, aún con los arreos, que están comienzo de los morrales que llevan al cuello. Delante de ellos, ocupando la mitad derecha del primer plano, el terreno embarrado de la fábrica. Detrás puede verse el edificio, en el que están entrando otros dos caballos. De la fábrica sale, por la parte izquierda, un intenso humo blanco, que revela la realización de actividades en su interior. Esas nubes de humo blanco contrastan con el cielo sombrío .

Géricault realiza una pintura prácticamente monocroma, toda ella en tonos terrosos, beiges y marrones .

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